Simeone, 400 victorias de rojiblanco

Diego Pablo Simeone sigue ampliando su historia en el Atlético de Madrid.

Porque historia lleva haciendo desde que llegó hace más de una década. El técnico argentino, con el triunfo ante el Celta de Vigo, firmó su victoria número 400 y amplía su récord como el entrenador con más victorias en un club de élite del fútbol español. Desde el 23 de diciembre de 2011 comenzara oficialmente a cambiar la historia de un Atlético en el que ya había sido un mito vestido de corto, ha dirigido al equipo en 678 partidos en todas las competiciones, en los que ha ganado 400, ha empatado 151 y ha perdido 127. Las 400 victorias le permiten haber logrado el 20% de todos sus triunfos oficiales en la historia del club (400 de 1.993). Una barbaridad. Una cifra redonda que le permite a Simeone ampliar la ventaja que ya tenía sobre Miguel Muñoz, que logró 357 victorias con el Real Madrid o a otra leyenda rojiblanca como Luis Aragonés, que consiguió 308 con el Atlético. 

En todo este tiempo, Simeone ha sido el principal culpable de que el Atlético haya podido vivir su mejor época y de que sus aficionados hayan disfrutado como nunca. Sólo eso ya le convierte en leyenda de los rojiblancos, más allá de las 400 victorias que siempre hay que ponerlas en valor. Es algo que tiene un valor intangible y que le pone en lo más alto del altar de los atléticos. 400 victorias envueltas en un debate sobre la grandeza del estilo de juego de este Atlético de Simeone, algo que no tiene mucho sentido porque lo único que vale en el mundo del fútbol es ganar. Es lo que se exige a los futbolistas y a los entrenadores. Es curioso que su victoria 400 la lograra con el ‘unocerismo’ que tanto ha acompañado -y ha hecho disfrutar- a Simeone, pero la realidad es que el Atleti se ha paseado por la élite gracias a ser el equipo que mejor defendía de Europa y no a pesar de ello.

Por ello resulta curioso que en los últimos partidos que se han jugado en el Metropolitano se hayan escuchado pitos cuando se ha coreado el nombre del entrenador argentino. Tímidos y de unos pocos, pero pitos. Inexplicables para un técnico que es leyenda y que se ha ganado el derecho a tomar las decisiones que quiera. Es verdad que a veces sus alineaciones no han gustado, han sido un poco inexplicables y uno desde fuera ha tenido la sensación de que ha sido injusto con algunos jugadores tanto para lo bueno como para lo malo. Sobre todo últimamente. Pero si hay algo que se le puede reconocer a Simeone es que no hay un solo futbolista que jugando poco con el argentino la haya roto en otro equipo. Sólo hay que tirar de hemeroteca.

Desde su llegada al banquillo del Vicente Calderón, Simeone ha tratado de evolucionar en su estilo de juego. Con todos los matices del mundo, pero lo ha hecho. Otra cosa es que no tenga los jugadores que tenía para practicar ese ‘primer’ fútbol, porque es evidente que esa evolución no está funcionando igual. Seguramente en esta falta de resultados en la evolución tenga mucho que ver la devaluación que ha sufrido la plantilla en estos años. Lo contrario de lo que debería haber sido, también es verdad. Pero es lo que tiene contar con unos dirigentes más preocupados de subir en la lista Forbes que de mejorar una plantilla que envejece por momentos. ¿Tiene sentido exigirle a Simeone hacerlo mejor con peores jugadores? Pues aunque suene contradictorio es así. Al entrenador se le exige el máximo cuando no le dan el máximo. Curioso, aunque él tiene parte de culpa en ello por no plantarse porque es una incógnita el poder de decisión que tiene en la confección de la plantilla y en los fichajes. No hay más que ver el caso de Vermeeren. Y en eso sí que le hago responsable. 

Dicho esto, Simeone ha cumplido siempre con los objetivos marcados por el club. Otra cosa es que esos objetivos sean menos ambiciosos de lo que le gustaría a la afición y de lo que deberían ser por historia del club. Y sigue cumpliendo. De momento, 400 victorias y subiendo. «¿400 triunfos? No lo analizo, miro para adelante como he buscado hacer siempre. No me detengo, sé lo que quiero, lo que busco y estoy convencido de por dónde es el camino y seguiré empujando hasta el ultimo día que esté aquí». Ya saben, partido a partido.

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