Los Juegos Olímpicos de Tokio no se disputarán en 2020. Shinzo Abe, Primer Ministro de Japón, y Thomas Bach, presidente del COI, han acordado el aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio un año.
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Dicen que a la tercera va la vencida y Madrid espera que este sábado sea elegida como la ciudad que organizará los Juegos Olímpicos de 2020. Será la tercera final consecutiva que juega la capital española y espera que sea la definitiva, más que nada porque también lo pensábamos cuando se jugó la organización de los Juegos de 2012 y en 2016 y entonces el Comité Olímpico Internacional no le otorgo su confianza.
Ahora, en algo muy español, legamos con la moral por las nubes, con la confianza de que podemos llevarnos el triunfo y que Madrid albergará unos Juegos tras una carrera que ya dura muchos años. “El 88% de los españoles considera que los Juegos traerían grandes beneficios a España y el 89% cree que se mejoraría la imagen de España”. Y la verdad, yo también lo creo.
Se podrían analizar los pros y los contras de que Madrid fuera elegida como sede de los Juegos Olímpicos de 2020, pero siempre he preferido ver el vaso medio lleno que medio vacío. Quizá por eso pienso en el impulso que supondrían para la economía unos Juegos en Madrid. Según la organización tendría un impacto global de 3.900 millones de euros y un 0,4% del PIB anual.
Además, no sólo Madrid se vería beneficiada. Ciudades como Barcelona, Valencia, Getafe, Málaga, Córdoba o el resto de subsedes repartidas en localidades de la Comunidad de Madrid, recibirían una importante inyección económica muy necesaria en un momento desesperado y difícil para conseguir financiación. Los Juegos Olímpicos serían la oportunidad perfecta para atraer inversiones y vender una imagen de fiabilidad y eficiencia. Ganaría la Marca España, ya que unos Juegos es una inmensa campaña publicitaria que potencia al país a escala internacional y proyecta su imagen como la de un Estado potente, y la Marca Madrid, que heredaría un inmejorable legado para la ciudad, a través de infraestructuras e instalaciones deportivas, de comunicación y de servicios.
Además, en un país que vive entre la convulsión de los escándalos de corrupción, el hastío de los políticos, una brutal tasa de paro, la crisis y la desconfianza en las instituciones, la organización de los Juegos sería como una bocanada de optimismo y aire fresco que permitiría además tener una visión más positiva del futuro
Pero no todo es económico. No podemos olvidar el impulso que supondría para el deporte, que también (como el resto de la sociedad) vive lastrado por los recortes en las ayudas públicas y privadas. Los Juegos Olímpicos de Barcelona supusieron el inicio de la edad dorada del deporte español y Madrid 2020 supondría un nuevo empujón para la práctica deportiva y el primer ladrillo para construir una nueva edad de oro.
Si Madrid consigue ser ciudad organizadora de los Juegos Olímpicos de 2020 habremos conseguido un doble objetivo: sacarnos la espina que tenemos clavada desde que comenzó la carrera olímpica y lograr para España y para Madrid todos los beneficios que conlleva la organización de un evento de magnitud mundial.
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