El Real Madrid debe elegir qué camino tomar

Del subidón al bajón. El Real Madrid tenía la remontada lista desde varias horas antes del partido. Había preparado el ambiente, a la afición, a la prensa… La maquinaria blanca había funcionado a la perfección y llegó al partido con el clímax perfecto para intentar la remontada ante el Borussia Dortmund.

La ley no escrita de las remontadas blancas se estaba cumpliendo a la perfección, cuando el Madrid completó 20 minutos con presión, intensidad, córners a favor, ocasiones… Todo parecía perfecto, salvo por una cosa: no llegaba el gol. La falta de acierto penalizó a los blancos. El Borussia, que se había visto obligado a replegar filas ante un buen Madrid y que, esta vez sí, apostaba por querer el balón, pudo matar por medio de Lewandowski, pero no pudo acertar. En ese momento el Madrid sufrió un apagón. Se le fundieron los plomos al equipo de Mourinho que veía cómo el Borussia se iba haciendo dueño del balón, del partido y de la eliminatoria.

Entonces el partido cambió y, salvo 10 minutos tras el descanso del Madrid, el balón y el partido eran del Borussia. Manejaba a su antojo a un equipo roto, fundido y sin fe. Perdonó hasta tres ocasiones claras -una parada de Diego López fue espectacular- y mantuvo con vida a un Madrid que cuando está en la UVI se convierte en una fiera que se resiste a morir y que es capaz de arrinconar al rival más temible.

Y entonces llegaron los cinco minutos locos en los que el Madrid se siente como pez en el agua. El Borussia había completado 170 minutos casi perfectos en la eliminatoria y estuvo a punto de tirarlo todo por la borda en 10. Primero Benzema y cinco minutos después Sergio Ramos, convirtieron al Borussia en un flan y al Bernabéu en una caldera. 10 minutos en los que el Dortmund conoció el infierno blanco.

10 minutos en los que el espíritu de Juanito al que llevaban invocando desde que Lewandowski hizo el 4-1 en Dortmund, apareció en el Bernabéu. Pero como en los últimos años -el Real Madrid no remonta una eliminatoria europea desde hace 11 años, cuando derrotaron 2-0 al Bayern en el Bernabéu, tras perder 2-1 en Múnich- el conjunto blanco murió en la orilla. Les faltó un gol y, sobre todo, les faltó Cristiano Ronaldo, que renqueante, no pudo dar ni el 20 por ciento de lo que en él es habitual.

Con la eliminación de la Champions, la tercera consecutiva en semifinales, el Real Madrid se encuentra en una situación en la que tiene que decidir qué camino tomar. Con la incertidumbre de la continuidad de Mourinho, el club ya trabaja en un técnico que sustituya al portugués en caso de que, como todo hace indicar, se marche del Madrid.

Eso sí, a la hora de poner en la balanza pros y contras para saber qué hacer, en el equipo blanco nadie se puede olvidar de que con Jose Mourinho se ha conseguido una Liga, una Copa -puede conseguir otra si derrota al Atlético en la final- y una Supercopa. A cambio ha tenido mil polémicas, un enfrentamiento con la UEFA -con los famosos por qué-, roces con la plantilla y con los pesos pesados del vestuario, un ‘duelo’ con Jorge Valdano, desaires al club  -como su ausencia en el Balón de Oro, no lucir la ropa del club, o imponer su políticas de comunicación-, el famoso ‘dedazo’ a Tito Vilanova, el plebiscito ante su afición, su coqueteo con la selección portuguesa…

Igual, en caliente, no es el momento de tomar decisiones, pero todo apunta a que el ciclo que ha terminado es el de Mourinho en el Real Madrid –tras el partido lanzó un mensaje a navegantes al señalar que «me gusta estar donde la gente me quiere sin ningún tipo de reservas en todas las áreas»-, aunque conociendo la soberbia del portugués, todo puede pasar. Eso sí, el Madrid debe valorar si le compensa tanto desgaste o no.

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Atlético-Real Madrid: En el derbi madrileño la vida sigue igual

4.929 días y subiendo. Lo del Atlético con el Real Madrid va camino de convertirse en récord Guiness  -si es que no lo es ya-. El Atlético volvió a terminar un derbi madrileño con las manos vacías –y sus aficionados con cara de tonto- y sumó su vigésimo quinto partido frente al Madrid sin ganar. El Madrid logró su ‘Décima’ -aunque no creo que sea esa la que buscan con tanta ansia- victoria consecutiva ante el eterno ¿rival?

Y es que el Atlético hace mucho que ha dejado de ser un rival para el Real Madrid. Más bien es un muñeco con el que pasa el tiempo, se divierte y humilla para luego dejarlo ahí tirado. Y lo peor es que el Atlético se deja. Ni Simeone, ni Luis Aragonés, ni Quique Sánchez Flores…Da igual el que esté en el banquillo porque ante el Madrid este equipo se hace pequeño. Muy pequeñito.

No se recuerda un derbi más propicio para que el Atlético hubiera acabado con esa mala racha ante el Madrid. El equipo blanco visitaba el Vicente Calderón emparedado entre las semifinales de Champions y sin ánimo de gastar un ápice de energía que le pudiera desgastar de cara a su cita importante de la semana –la del Borussia en la Champions-. Mourinho apostó por suplentes condenados a galeras y canteranos. Esta vez ni Cristiano pudo meter miedo en el cuerpo a los rojiblancos, aunque fuera desde el banquillo.

El partido fue para olvidar. De esos que hay que poner en las escuelas de fútbol para explicar a los chavales lo que no hay que hacer en un terreno de juego. El Atlético volvió a demostrar cuál es su mal endémico: el balón. Los de Simeone sin balón son un equipo sobresaliente porque presionan, tapan huecos, destacan en las ayudas… pero cuando tiene el balón llegan los problemas y no supera el aprobado raspado. Alguien debería explicarles que a este deporte hay que jugar con balón.

La derrota, más allá de mantener la racha negativa del Atlético, de los tres puntos y de perder la lucha por el segundo puesto –que no es poco- puede provocar un efecto secundario de cara a la final de la Copa del Rey del próximo 17 de mayo. Para el Atlético era importante, más allá de los anteriores condicionantes, ganar este sábado al Madrid para quitarse la losa de los 14 años sin ganar al Real Madrid y llegar a la final sin ese peso en la espalda.

Pero la realidad es que la vida sigue igual y el Atlético llegará a la final ante un equipo al que no ha ganado desde hace casi 15 años, al que no ha derrotado las últimas 25 veces que se ha enfrentado a él y con la presión de ganar un título y romper con este maleficio en 90 minutos. A día de hoy me parece demasiado para el Atlético. Pero, incluso para eso, el Atlético es diferente.

Eso sí, sus aficionados tendrán que seguir aguantando las chanzas de sus vecinos.

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El Real Madrid, ausencia de actitud y de fútbol ante el Borussia

La derrota del Real Madrid ante el Borussia de Dortmund no fue tan dura como la del Barcelona de 24 horas antes ante el Bayern, pero casi. El conjunto blanco tuvo que hincar las rodillas ante un equipo que apostó por el fútbol, por la intensidad, por la actitud, por el peligro, por la llegada… Justo todos los principios de los que adoleció el Real Madrid de Mourinho. El empuje y la generosidad del equipo amarillo cautivaron a todo el mundo, incluido el Real Madrid, que parecía abducido como por un encantador de serpientes.

Todos los que llegaron al trabajo este miércoles con una sonrisa de oreja a oreja celebrando el ¿apocalipsis? del Barcelona se quedaron con cara de tontos (perdón) viendo cómo el Borussia iba marcando los goles uno tras otro. Muchos han pasado de celebrar el fin de ciclo azulgrana -que se lleva esperando cuatro años- a tener que meter la cabeza en el suelo como los avestruces.

Pero la culpa la tuvo el Madrid. El Real Madrid saltó al partido aturdido, sin ideas, sin recursos y cometiendo un carrusel de errores impropios de un equipo de su nivel y su historia. El equipo blanco decidió salir a especular, a verlas venir y eso ante un equipo tan intenso como el Borussia Dortmund se termina pagando. Hizo lo imposible por perder y lo consiguió. Batió el récord de errores de concentración ante un equipo que tiene un ramillete de buenos jugadores, pero que no tienen el caché de los blancos. Quizá por eso se los empiecen a quitar de las manos al Borussia.

El partido no sólo se perdió en el césped. También se perdió en el banquillo. Mourinho perdió su duelo con Klopp -al que muchos ya colocan como el futuro del banquillo blanco- como ocurrió en los dos partidos anteriores entre ambos en la fase de grupos. Decir lo contrario es no querer ver la realidad. Klopp planteó un partido ante el que el Mourinho se mostró incapaz de encontrar un antídoto.

Y no fue peor porque apareció el de siempre para aprovechar un error de Hummels (vaya ojo que tiene el Barça para sus fichajes). El portugués volvió a sacar a escena su abnegación, su incansable espíritu combativo y su ansia por tener la pelota. Cristiano metió en Dortmund su gol número 12 en esta Champions -lleva 21 goles en sus últimos 17 partidos en el torneo- que mantiene con vida al conjunto blanco para la vuelta.

Ahora pasaremos la semana con las remontadas históricas, el espíritu de Juanito, 90 minuti son ‘molto longo’ en el Bernabéu, miedo escénico… Pero el resumen es que el fútbol ganó a Barcelona y a Real Madrid. El resto, bla, bla, bla.

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El Barcelona debe darle a su particular F5

Puede sonar ventajista o inoportuno después de que el Barcelona haya caído de forma contundente ante el Bayern de Múnich (4-0), pero el Barcelona necesita darle a F5 y refrescarse para empezar a pensar en el futuro. Un futuro que, con la Liga en el bolsillo y fuera de la Champions, debe empezar a plantear cuanto antes. Lo ocurrido en Múnich es el último capítulo de una serie de terror que se veía venir a lo largo de la temporada.

Si analizamos el Barça este año, cuando se ha enfrentado a equipos de su nivel o por encima no ha dado la talla. Ante el Atlético, en el Camp Nou, un fogonazo de Adriano cambió el rumbo de un partido que los rojiblancos tenían de cara. Ante el Milan en Milán, el Barcelona recibió el penúltimo aviso y sólo una remontada épica le permitió seguir son vida. Frente al PSG, en los dos partidos, ofreció su peor cara y sólo un chispazo de Messi –y el miedo francés ante la figura del argentino- le permitió llegar a semifinales. Lo mismo le ha pasado ante el Real Madrid. El equipo de Mourinho le ha ganado la partida en todos los duelos de esta campaña.

El varapalo de Múnich debe ayudar a una reflexión positiva de cara al futuro. Lo más urgente es saber quién va a conformar la plantilla de la próxima temporada y cómo. El Barcelona debe ser consciente que hay jugadores clave en su fútbol que no van a ser eternos. Necesita jugadores que permitan dar descanso a los Xavi, Iniesta, Puyol y compañía para que lleguen al ciento por ciento en los partidos clave. Necesita fichar con cabeza. Ya se habla de Neymar y seguro que el brasileño copa las portadas de los próximos días. Pero el Barcelona ‘no necesita’ a Neymar. Necesita un par de centrales y una pareja de ‘jugones’ en el centro del campo.

El otro nombre propio es Tito Vilanova. Cuesta hablar sobre él e igual es injusto criticarle como entrenador en un año como éste, pero en Múnich ha demostrado que no confía en su plantilla y ha sufrido una parálisis desde el banquillo. De no ser así no se entiende su inoperancia para reaccionar a los goles del Bayern. Su primer ‘error’ ha sido hacer jugar a Leo Messi. El argentino es el mejor, pero ¿estar por estar en el campo? Si no está recuperado, no lo pongas. No todos los días va a sonar la flauta.

Sólo Iniesta, Pedro y Piqué dieron la talla, aunque una pequeña (estilo XS) y el Barcelona sólo se pareció al Barça de siempre cuando buscó a Iniesta. El resto del choque se vio desarbolado por un enorme planteamiento de Jupp Heynckes, que supo ahogar al Barcelona con ayudas en todo el campo abanderados por un espectacular Javi Martínez.

En los últimos años, los 4-0 en contra del Barcelona han sido puntos de inflexión en el conjunto azulgrana. El primero fue en 1994, en la final de la Champions en Atenas cuando el Barcelona de Cruyff -el famoso Dream Team- perdió 4-0. La segunda fue en semifinales de la Copa del Rey de 2007 frente al Getafe, cuando el Barcelona de Frank Rijkaard perdió 4-0 en el Coliseum. Entonces supuso el fin de ciclos de Cruyff primero y de Rijkaard después. ¿Pasará lo mismo con este 4-0 de Múnich?

Y dicho todo esto, hay que ser justos con este Barcelona a pesar de que su debacle en Múnich merezca una dura crítica. Este Barcelona ha ganado casi todo ha jugado como los ángeles y se merece el mayor de los respetos por su contribución al fútbol. Pero no todo en el fútbol es eterno.

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Rafa Nadal y Fernando Alonso, no fue un domingo cualquiera

Los deportistas españoles nos tienen tan mal acostumbrados que claro, cuando un domingo no están en lo más alto se nos hace raro. Y es que con lo bonitos que son los fines de semana en los que ganan Fernando Alonso y Rafa Nadal… este domingo nos hemos tenido con conformar con verles perder.

Rafa Nadal tenía en el Country Club de Montecarlo su desafío más exigente. La final se le puso cuesta arriba desde el principio. Enfrente tenía a Novak Djokovic, un tenista con mayúsculas, que llegada con el único objetivo de acabar con el reinado de Nadal en el Principado. Y lo consiguió. También es cierto que enfrente no tuvo la mejor versión de Nadal. Un claro ejemplo ha sido el final del partido, ese momento que Nadal en el que Nadal saber jugar como nadie. Este domingo no fue así. De los 12 últimos puntos de la final de Montecarlo, 11 han sido para Djokovic. Hoy, extrañamente, Nadal ha fallado en el momento clave del partido. Pero es que es humano, aunque nos tenga acostumbrados a lo contrario.

Eso sí, da igual que Rafa Nadal gane o pierda, porque su actitud en la pista es ejemplar, única y excepcional. Cualquier otro -el propio Djokovic- se hubiera dejado llevar o hubiera hablado de excusas nada más terminar el partido, pero Nadal está hecho de otra pasta. De la pasta de los campeones en los que en su diccionario no cabe la palabra excusa.

Con la derrota ante Djokovic, Nadal pone punto y final a una racha tremenda e histórica en Montecarlo: 46 victorias consecutivas y 8 títulos seguidos. Casi nada. Que nadie se olvide que tras 7 meses sin jugar, Nadal ha ganado este año 3 títulos y ha jugado 2 finales -5 torneos, 5 finales y el 91% de victorias-. Una de las finales, la de este domingo, la ha perdido ante el número uno del mundo. Yo creo que no esta mal, ¿no?

La otra cara de la moneda, aunque esta vez también salió cruz, fue la de Fernando Alonso. El español que afrontaba el GP de Bahréin con optimismo se le debió quedar cara de tonto cuando su alerón trasero –y la posibilidad de usar el DRS- se le terminó en las primeras vueltas. El resto de la carrera fue la impotencia de quien no puede competir o el que lo hace en inferioridad de condiciones.

Pero la mala suerte de Fernando Alonso en este 2013 va más allá de la famosa leyenda que ya se ha instalado entre los detractores del español. Guste o no, la realidad es que en cuatro carreras, Fernando Alonso ha sumado una victoria, un podio y dos problemas mecánicos. En Malasia un toque en la salida y una mala decisión propia y del equipo acabó con su alerón delantero debajo del F138 y cero puntos en su casillero. En Bahréin, cuando se preparaba para la batalla cuerpo a cuerpo con Sebastián Vettel, descubrió que su sistema DRS del alerón trasero fallaba. ¿Resultado? Octavo puesto y, gracias, e impotencia al ver que su máximo rival para el Mundial sumaba el pleno de puntos.

Alonso se tuvo que conformar con 4 puntos -acabó octavos en la carrera- que saben a muy poco, y más teniendo en cuenta que en el Mundial Vettel le aventaja en 30 puntos (77 del alemán por 44 del español).

Este 21 de abril no fue un domingo cualquiera. Más bien fue raro, pero no por ello vamos a dejar de confiar en dos de los deportistas más grandes que ha tenido este país.

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