Gavi, oficial y caballero

Pablo Martín Páez Gavira es el Richard Gere del Barcelona. El que enamora a todos y a todas.

El oficial y caballero de un conjunto azulgrana que conquistó la Supercopa de España bajo la batuta de este chaval de 18 años que con cada partido va ganando galones hasta convertirse en capitán general. A pesar de su insultante juventud, Gavi aglutina en ese pequeño cuerpo todo lo que necesita un futbolista para convertirse en crack: Inteligencia, disciplina y valentía. Sabe siempre lo que es mejor para el equipo y entiende a la perfección lo que le piden desde el banquillo; cumple siempre con lo que se le pide; y se deja la piel en cada balón, en cada balón dividido y en cada jugada. Gavi es uno de esos futbolistas a los que la camiseta del Barcelona le sienta bien desde el primer día. Aunque entonces sólo tuviera 17 años recién cumplidos.

Ante el Real Madrid, en su primera final, Gavi demostró que es otra cosa. Un animal, un auténtico monstruo. Más allá de su juego, el futbolista andaluz sorprendió con su personalidad, su desparpajo y su ‘veteranía’ a pesar de ser apenas un adolescente para él solo desarbolar al conjunto blanco. Un gol y dos asistencias para culminar su mejor partido como azulgrana y dar el primer título a un Barcelona de Xavi que andaba necesitado de alegrías. Porque Gavi, se sigue haciendo raro verle con el 30 a la espalda, es todo aquello que uno le pide a un futbolista de su equipo. Pelea, garrra, determinación, calidad, sacrificio, inteligencia, ubicación, llegada y ambición desmedida. Lo da todo siempre, se pega con quien haga falta, no se esconde nunca y juega como si no tuviera límites.

En poco más de un año, A Gavi le ha cambiado la vida. Debutó con Ronald Koeman y muchos se tiraban de los pelos. Luis enrique le hizo debutar con la selección con 17 años y 62 días y el técnico asturiano tuvo que aguantar todo tipo de comentarios (y ninguno positivo) pero es fijo en ‘La Roja’, se le critica porque es un futbolista agresivo, pero  esa es una de sus virtudes competitivas. Más que nada porque competir en el fútbol actual es correr defender, atacar, ayudar, desequilibrar, darlo todo… Un competidor nato.

Si además del partidazo del Barcelona, consigues que todo funcione en el conjunto azulgrana, se completa el círculo. Los de Xavi fueron muy superiores al equipo de Ancelotti. Tuvieron el balón, gobernaron el partido y estuvieron cómodos durante todo el choque. Xavi, esta vez, no fue esclavo del dibujo y apostó por meter a Gavi a la izquierda –como el mejor Iniesta- y dotar así al centro del campo de un futbolista más en una zona fundamental para saber quién domina el juego. Con Lewandowski de referencia arriba y Dembelé por la derecha, Pedri se movía en la zona del mediapunta protegido por un doble pivote formado por De Jong y Busquets. Y el plan salió a la perfección. Un Barcelona más intenso, con más ganas de ganar y con un despliegue físico superior, pasó por encima de una Real Madrid que decidió jugar la final al trote, lento y previsible. Una tendencia que viene de los últimos partidos y que ya ha hecho que salten las alarmas en la casa blanca.

Porque la temporada se va torciendo para un Madrid de Carlo Ancelotti que no es ni el de la temporada pasada, ni tampoco el que parecía al comienzo de la presente. Ya dejó algunas dudas antes de que comenzara el Mundial y después de la cita de Catar las luces que estaban en ámbar comienzan a tornarse rojas. En sus 16 primeros partidos de esta temporada logró 14 victorias 2 empates, mientras que en sus 10 últimos encuentros ha sumado 4 victorias 2 empates y 4 derrotas. Es evidente que algo pasa. Lo primero es que Kroos y Modric ya no gobiernan los partidos como lo hacían. Que la defensa no es tan fiable a pesar de tener al mejor Courtois. Y arriba, Benzema y Vinicius, que siguen siendo la referencia goleadora, no están tan finos como estaban. Ahora le viene la Copa ante el Villarreal y el Athletic en Liga, dos huesos duros en los que demostrar que lo de la Supercopa ha sido un mal trago y secar de raíz este conato de crisis.

Más que nada porque la Supercopa de España es un título que te quita más que te da y, sobre todo, si ganas o pierdes la final ante el eterno rival. De momento, la balanza de la temporada en cuanto a títulos es favorable al Barça, pero quedan los grandes torneos y seis meses por delante. Tiempo suficiente para que nadie tire las campanas al vuelo ni se tire al río. Que nos conocemos.

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