Carlos Sainz acaba con la dictadura de Red Bull

Fin de semana perfecto para Carlos Sainz en el GP de Singapur.

El piloto de Ferrari hizo buena la pole conseguida el sábado y certificó su segunda victoria en un GP del Mundial por méritos propios y tras una carrera inteligente en la que demostró que además de un coche que corra hay que tener cabeza y manos. Y el madrileño lo demostró de principio a fin. Y eso que la victoria no fue nada sencilla y muy sufrida hasta los últimos metros, en una preciosa batalla entre el español, Lando Norris y los dos Mercedes de George Russell y Lewis Hamilton. La gestión de los neumáticos fue clave para certificar estar en lo más alto del podio y hacer sonar por primera vez este año el himno español en la Fórmula Uno. Porque la victoria de Carlos Sainz, además de para aumentar el palmarés del español, sirve para acabar con la dictadura que hasta el momento había demostrado Red Bull en un Mundial en el que habían ganado todas las carreras anteriores. 

La carrera fue como una partida de ajedrez en la que la estrategia estuvo por delante de los coches. Pero en la salida Carlos Sainz dejó claro que había llegado hasta Singapur para salir con la victoria debajo del brazo. Primero frenó a su compañero de equipo Charles Leclerc, que le había comido la tostada a Russell, con un ritmo no excesivamente rápido que echaba por tierra la estrategia más rápida del monegasco que había salido con neumáticos blandos para buscar el ataque. Leclerc pedía explicaciones por radio pero nadie en ferrari pensaba en otra cosa que no fuera permitir que fuera el español el que marcara el ritmo de la carrera y de las decisiones a tomar. Mientras los acumulaban vueltas a la espera de ver quién es el primero que movía ficha, Logan Sargeant estrelló su Williams con las protecciones en la vuelta 20 y los trozos de su coche obligaron a que saliera el Safety car para satisfacción de muchos. Empezando por  Carlos Sainz, que se ahorraba una parada más larga. No pensó lo mismo Leclerc cuya estrategia se veía perjudicada por la parada tempranera. Para colmo, la parada no fue buena y pasó a la cuarta posición, que luego fue la quinta, para desesperación del monegasco. 

A partir de entonces, la carrera fue gestionada a la perfección por un Carlos Sainz que subía o bajaba el ritmo a conveniencia, sabedor de que los que venían por detrás eran los que tenían que apretar y arriesgar si querían ponerle en problemas. De hecho, cuando quedaban 20 vueltas para el final el español dejó claro a su equipo por radio que todavía tenía margen y neumáticos para apretar un poco más y abrir hueco con sus perseguidores. Pero eso era poner en riesgo los neumáticos y tiró de cabeza para seguir menteniendo el ritmo que más le convenia. Pero entonces el Alpine de Sebastian Ocon se paró y un virtual safety car hizo que de nuevo los boxes fueran protagonistas de la carrera. Algunos pilotos decidieron seguir en pista, como Carlos Sainz, y otro, como los Mercedes, decidieron cambiar neumáticos y poner medios para buscar un ataque final a 20 vueltas.  

Todo parecía que estaba bajo control, pero los Mercedes comenzaron a volar en la pista de Singapur y a recortar la distancia que tenían sobre todos los pilotos que tenían por delante. Russel y Hamilton fueron adelantando a todos hasta que llegaron detrás de Norris cuando apenas quedaban cuatro vueltas para el final tras  recortar los más de 12 segundos que tenía de desventaja en cinco giros. Y ahí empezó una batalla psicológica en la que el más listo fue Carlos Sainz. El español supo gestionar la distancia con Norris para permitirle al británico tener DRS y frenar así a Russell, su verdadero rival por el triunfo final, y a Hamilton. Unos giros en los que las manos y el control de los nervios se convirtieron en más importantes que cualquier otra cosa. Russel rozó el muro y echó al traste cualquier opción de adelantar a un Norris que se veía con el agua al cuello y, por delante, Carlos Sainz aguantó la presión y saboreaba los últimos metros sabiendo que la segunda victoria de su carrera no se le escapaba en Singapur.  

Mientras los aficionados españoles esperan la victoria 33 de Fernando Alonso en el Mundial ha llegado la segunda de Carlos Sainz, que es la 34 en la historia española de la Fórmula 1. Un disfrute para todos y un reconocimiento a un piloto sobresaliente, muchas veces ninguneado por muchos.  

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