El Atleti y el juego de las siete diferencias

Se acabó el sueño de la Champions para el Atlético de Madrid.

Un sueño que va camino de convertirse en pesadilla, porque si hay una competición que parece maldita con los rojiblancos es la Liga de Campeones. Lo peor de todo es que el Atleti ha quedado eliminado a la puertas de semifinales con la sensación de que futbolísticamente era mejor que el rival, pero que quiso menos la clasificación que su rival. Y eso sí es grave. No se puede perdonar tanto, no se puede regalar tanto, no se puede desaparecer tanto. Ha sido una merecida eliminación porque el Atlético no ha dado la talla en Dortmund ni en el planteamiento ni en la ejecución. Se puede perder, pero no de la manera que se ha hecho. Lo peor ha sido ser incapaces de crear una ocasión desde el 2-2. Uno ve una foto del equipo -incluyo al club- que ganó la primera Liga con Simeone al frente en 2014 y ve el de esta temporada y, como mínimo, encuentra siete diferencias que explican el por qué de la situación actual.

Debilidad lejos del Metropolitano. El Atlético ha demostrado en Dortmund lo que ya ha dejado claro durante toda la temporada. Fuera de casa es un equipo vulgar, de andar por casa y de rezar para que como mal menor consiga un punto y no salga goleado. Porque le marca todo el mundo. Da igual que sea un equipo que lucha por el descenso que por un título. Encajando cuatro goles no puedes estar entre los cuatro mejores equipos de Europa. Y si me apuras ni entre los 8 mejores. Cuanto más valiente fue el Atleti en la eliminatoria, más premio sacó. Cuanto más prudente y temeroso ha sido, más castigado. Y no sólo ante el Borussia, sino desde hace varios años. El Atleti no ha estado a la altura del partido como tampoco lo estuvo en la Supercopa, ante el Girona -donde encajó otros 4 goles- ni frente al Valencia, ni ante Las Palmas, ni ante el Athletic en los dos partidos en San Mamés, ni incluso frente al Barcelona en casa. Lo ocurrido en Dortmund es la réplica de muchos partidos que ya hemos visto. Este equipo no es el de 2014. El que no lo quiera ver…

La plantilla. La plantilla actual está a años luz de la 2014. Y no sólo hablo de calidad, sino de implicación, de compromiso, de concepto de equipo, de solidaridad, de esfuerzo y de unión. Es muy difícil competir en Europa -y si me apuras en la Liga y Copa del Rey- con delanteros que no meten goles, con defensas mediocres que no tienen sustitutos ni mejores ni peores, con un equipo que juega andando porque físicamente no le da para más cuando queda lo más importante de los partidos y, sobre todo, encajando un gol cada vez que el rival llega a tu portería. Son muchos ejemplos y esta plantilla no da para más. Por mucho que nos vendan otro cosa. Pasar eliminatorias tiene que ir de la mano de ser equipo. Y el Atleti en casa lo es, pero lejos del Metropolitano se le ven las costuras, los miedos y las dudas. Y cualquier golpe que recibe es incapaz de darle respuesta.

La contundencia. Es la palabra a la que más ha recurrido Simeone esta temporada. Sin contundencia en las áreas es más difícil ganar los partidos. Es una obviedad que quedó clara en 2014, cuando con un portero que paraba y un delantero que marcaba la vida era más fácil. Este Atleti tiene un problema defensivo y del centro del campo, al que se le une la debilidad y falta de acierto de sus delanteros y de un portero que ya no hace milagros diarios. Jugar ante cualquier equipo con delanteros que fallan lo que no se puede fallar, con una defensa que se acongoja en cada balón que ronda cerca y con una plantilla -y un entrenador- que ni sabe gestionar ventajas, ni sabe reponerse de golpes, es imposible. Es un Atleti opuesto a lo que una vez fue. Porque en el Atlético ha habido delanteros que solucionaban partidos y defensas que cuando se ponía por delante el equipo, ponían el cerrojo y sonaban violines.

Griezmann y Morata. En este tipo de partidos es donde el mejor jugador del equipo tiene que demostrarlo. Se echó de menos en Dortmund que Griezmann no cogiera el partido y lo hiciera suyo. No es culparle de la eliminación, pero hay que exigirle como lo que es, el mejor del equipo. ‘El Principito’, lejos de enseñar ese talento que le ha llevado a ser vital para los rojiblancos durante tantos partidos, sólo dejó algunos detalles en el arranque de la segunda parte, cuando el Atlético buscó el partido y logró empatar el partido y dar la vuelta a la eliminatoria. Y Morata, ¡ay Morata!. La primera parte de la temporada fue sensacional, con número de récord, pero desde que ha empezado 2024 el año es terrible y desesperante. Capaz de los mejor y de lo peor. Este año ha fallado goles increíbles, como ante el Dortmund en el minuto 3 que hubiera provocado otro partido, y aunque le da mucho al equipo desde su posición de ‘9’, un delantero vive del gol y está negado.

Una defensa sin defensa. La línea defensiva del Atlético es la más señalada de todas. Si hace 10 años sabías que los Juanfran, Miranda, Godin y Filipe Luis era un seguro de vida, la de este año todo lo contrario. Empezando por una lateral derecho que es terrible. No hace nada bien Nahuel Molina. Ni defiende -los dos primeros goles del Dortmund llegan por su lado- ni ataca. Y lo que me resulta más terrible, parece incapaz de hacer un buen control, dar un buen pase y tener calidad para jugar en Primera (aunque sea campeón del Mundo). Luego están Savic, que ya no está para estos menesteres, Giménez, que se lesiona cada dos por tres, Hermoso, que es una lotería, o Reinildo, que va descontrolado. Hay dos nombres que se salvan, Witsel y Azpilicueta. Dos veteranos de Vietnam que hacen bien las cosas más por oficio que por cualidades. Y Oblak, lo dicho anteriormente, ya no es el portero top del que disfrutamos.

Simeone. El gran responsable de lo que pasa en el campo y de cómo se gestiona la plantilla. El técnico argentino no ha sabido corregir a su equipo durante toda la temporada ni ha sabido responder a los momentos de debilidad que han demostrado sus jugadores lejos del Metropolitano. El planteamiento de Dortmund no fue el más valiente apostando por Azpilicueta -diestro- como carrilero zurdo y metiendo a Molina -que no está para jugar- dejando expuestos a sus compañeros por esa banda. Y lo peor es que no reaccionó hasta el descanso cuando todo el mundo lo veía. Dicho esto, ¿qué hacemos con Simeone? ¿Que se vaya? ¿Es el mal del Atlético? Aunque es lo que debería hacer, el Cholo ni va a dar un golpe en la mesa ni va a montar un jaleo porque tiene una lealtad con Gil Marín, que ya resulta difícil de entender. Sería honesto por su parte decir que está agradecido a estos años pero que así no se puede competir y que se marcha porque él quiere competir o quedarse -como ha hecho estos años a pesar de que cada año tenía una plantilla un poco peor- y dar una rueda de prensa explicando que los objetivos del club son económicos y que él es un trabajador del club. Lo mejor, que se fuera y que dejara de ser el escudo de los Gil. Dicho esto, creo que seguirá.

La directiva. El Atlético ha caído en la Champions League pero se ha clasificado para el Súper Mundial de Clubes 2025, que supone un ingreso de 50 millones de euros. La afición se marcó a la cama triste, de bajón y cabreada y estará unos días rumiando la eliminación, pero en los despachos del Metropolitano sacaron el champange. Había 50 millones en juego y sólo les preocupa eso. De los títulos pasan. El Atlético lleva diez años disputando la Champions y hay que seguir escuchando la cantinela de que para sobrevivir hay que meterse entre los cuatro primeros. Y te lo dicen los mismos que solo fichan a jugadores que vienen libres, a futbolistas de más de 32 años, que invierten 20 millones en un jovencito que no quiere su entrenador y que en los últimos años lejos de revalorizar su plantilla la han hecho. Ya hemos visto el gráfico de Transfermarkt que dice que el Atlético es el equipo que más se ha devaluado en toda la élite europea. Pero para que eso no ocurra hace fata un defensa infranqueable, un centrocampista fuera de serie y un delantero que meta goles. Y eso cuesta dinero y en los despachos no están dispuestos a soltar la pasta. Si no te gastas dinero en reforzar bien la plantilla y pasas todos los años parcheando, acabas como este año y con la peor plantilla de la época de Simeone. Gil Marín tiene un negocio que se llama clasificar al Atleti entre los cuatro primeros y ascender en la lista Forbes cada año. Y un objetivo, vender el Atlético en cuanto pueda.

Y con este panorama, ¿qué se puede hacer en el Atleti? Exigir. Exigir a la plantilla. Exigir a Simeone. Exigir a la directiva. Sólo desde la exigencia y la autocrítica llegará el crecimiento. Cualquier otra cosa sólo hará que se vaya marcha atrás.

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